El rápido desarrollo de la inteligencia artificial ya está teniendo sus primeros efectos en el mundo laboral. Las reflexiones éticas y la rápida regulación son cada vez más urgentes.
A lo largo de la historia, la humanidad ha vivido varias innovaciones tecnológicas que han tenido un impacto en el trabajo. En todos los casos, la transformación ha conllevado la pérdida de empleos y la creación de otros nuevos. Sin embargo, en esta ocasión, nos enfrentamos a un cambio sin precedentes: la inteligencia artificial (IA).
La IA presenta desafíos inéditos debido a su capacidad para aprender y tomar decisiones autónomamente. Cambiará los paradigmas actuales y creará nuevos desafíos en la relación sociedad-máquina.
Comprender estos nuevos paradigmas y abordarlos con ética es crucial para beneficiar a la sociedad. El futuro de la relación entre humanos y máquinas depende de las decisiones que tomemos hoy sobre cómo queremos que sea esa relación.
Debemos comprender que la innovación es constante y acelerada; no se puede detener. La IA continuará progresando, su capacidad de aprendizaje aumentará y se volverá cada vez más inteligente. Siguiendo esta tendencia, pronto podemos esperar lo que se conoce como el momento de la singularidad, cuando la IA será más inteligente que los humanos.
En la actualidad, hemos sido testigos del impacto inmediato de la IA en diversos ámbitos laborales. Según NerdyNAV, ChatGPT alcanzó 1 millón de usuarios en tan solo 5 días tras su lanzamiento, aumentando a 100 millones de usuarios activos para enero de 2023. Este aumento representa un asombroso incremento del 9,900% en 60 días, estableciendo un récord como la plataforma de crecimiento más vertiginoso en la historia.
La IA generativa tendrá un profundo impacto en el empleo. El Foro Económico Mundial estima que para 2025, 85 millones de puestos de trabajo podrían desaparecer. La OCDE calcula que hasta el 46% de los empleos corren riesgo de automatización.
Los trabajos rutinarios y repetitivos son candidatos a la automatización, generando incertidumbre sobre el futuro laboral de quienes los desempeñan. Se espera la automatización de empleos manufactureros por robots, la sustitución de choferes por autos autónomos, así como la suplantación de labores de limpieza y seguridad por robots. Incluso, los bots podrían sustituir funciones de atención al cliente en centros de llamadas, emulando comunicación humana en voz o texto de forma casi indistinguible.
La IA también abrirá nuevas oportunidades. Campos como la ciencia de datos y la programación de sistemas de IA surgirán como nuevas fuentes de empleo. El Foro Económico Mundial predice la creación de 97 millones de trabajos debido a la transformación digital.
No obstante, la revolución de la IA nos presenta un desafío sin precedentes. La capacidad de aprender y tomar decisiones de manera independiente, junto con la continua y acelerada innovación, nos lleva a asumir que pronto veremos a las máquinas asumiendo tareas más allá de lo repetitivo, incluso adentrándose en campos creativos y de diseño. Esto transformará la noción laboral y planteará desafíos inéditos en la relación sociedad-máquina.
En la actualidad, ya circulan taxis autónomos en la ciudad de San Francisco aprobados por el DMV. A medida que aumenten las interacciones humano-máquina, también aumentarán los conflictos. Pronto presenciaremos accidentes entre coches autónomos y vehículos conducidos por humanos, lo que nos llevará a cuestionar la responsabilidad de los autos manejados con IA, y por consiguiente, también deberemos considerar los derechos que les corresponden.
En octubre de 2017, un robot con inteligencia artificial llamado Sophia fue «nombrado» ciudadano de Arabia Saudita durante una conferencia en Riyadh, la capital saudita. Sin embargo, este acto generó controversia y debate sobre la naturaleza de otorgar ciudadanía a una entidad no humana, especialmente en un contexto donde aún hay debates sobre los derechos humanos y en particular, los derechos de las mujeres.
En la conferencia general de 2021, Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO, introdujo un hito significativo: la primera norma global que aborda la ética de la inteligencia artificial. En su discurso, resaltó la necesidad de establecer pautas que garanticen que la inteligencia artificial sea un activo en beneficio de la humanidad. Estas Recomendaciones sobre la Ética de la IA representan una respuesta crucial para la regulación de la interacción entre la IA y las personas.
La ética y la regulación serán vitales en el desarrollo de la IA. La discriminación algorítmica, la privacidad y la toma autónoma de decisiones plantean interrogantes cruciales sobre la gestión de esta tecnología. El establecimiento de marcos reguladores efectivos es crucial para un uso responsable de la IA.
La cuestión de otorgar derechos a la IA es intrigante. Con su avance, podría surgir un debate sobre si estos sistemas merecen alguna consideración ética y legal. Aunque es un tema complejo y controvertido, es digno de reflexión a medida que la IA se integra más en la sociedad.
En resumen, la llegada de la IA marca un nuevo capítulo en la evolución tecnológica y laboral. A pesar de los retos significativos, la historia demuestra la capacidad de la humanidad para adaptarse en un mundo tecnológico. La clave está en abordar, desde hoy, los desafíos de manera ética y responsable, asegurando que la IA beneficie a toda la sociedad mediante una regulación adecuada. Si dejamos que la IA crezca sin un marco regulatorio, llegará el momento en que ya no podamos controlarlo?
TEXTO EXTRACTADO DE: https://es.wired.com/articulos/impacto-de-la-inteligencia-artificial-en-el-empleo